Reto 2: Josefa Amar y Borbón. El largo camino hacia la igualdad

 Josefa Amar y Borbón fue una escritora ilustrada nacida en Zaragoza el 4 de noviembre de 1749 en el seno de una gran familia ilustre, pues ella era la quinta de doce hermanos. Gracias a la posición social de su familia tuvo la posibilidad de acceder a una buena educación, pero, además, la que recibió fue poco convencional para una mujer de la época. Desde bien temprano destacó en el estudio de la obra de los ilustrados franceses y diversos idiomas como el latín, el griego, el inglés, el francés y el italiano. Unos conocimientos que le permitieron leer tanto a los autores clásicos antiguos como a los autores erasmistas y europeos contemporáneos. A los 23 años contrajo matrimonio, pero la vida de casada, ni el posterior nacimiento de su hijo le hicieron abandonar su afición por el estudio y pronto gozó fama de mujer instruida.

 Su trabajo intelectual no solo se centró en temas eruditos, sino también en aquellos de plena actualidad. En 1782 tradujo del italiano el Ensayo histórico apologético de la literatura española... de Javier Lampillas, un ex jesuita español que la había publicado en Génova unos años antes. Una traducción muy oportuna, pues avivaba la polémica sobre la consideración del Siglo de Oro español. Josefa, consciente de ello, envió su traducción al director de la Económica, el marqués de Ayerbe. Gracias a su trabajo obtuvo el reconocimiento de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País e incluso su nombramiento como socia de mérito el 11 de octubre de 1782. Una decisión insólita para la época, pues fue la primera mujer en pertenecer a ella y, además, no fue reconocida por ser dama de la aristocracia, sino por su trabajo intelectual.

 En 1786 se reavivó en la Sociedad Económica Matritense el debate sobre si se debía permitir el acceso a las mujeres en la institución. Josefa fue invitada a participar y lo hizo enviando Memoria [...] sobre la admisión de señoras en la sociedad. Dicho escrito, tal y como apunta María Victoria López-Cordón Cortezo, “es una obra estructurada en treinta y cuatro puntos, comenzaba planteando el tema de la querella de los sexos, quejándose de la falta de instrucción de las mujeres y de que carecieran de estímulos para salir de esta situación. Negaba que carecieran de aptitudes para hacer lo mismo que los hombres y, tras refutar los argumentos bíblicos o históricos al uso, concluía que su presencia reportaría muchos beneficios a la Sociedad”. Esta polémica fue de tal envergadura que su obra fue publicada con título Discurso en defensa del talento de las mujeres. Un año más tarde, se ordenó por Real Cédula la creación de la Junta de Damas de Honor y Mérito, dependiente de la Matritense, en la cual entró la filósofa en 1787. Sin embargo, el papel que tuvo en la Sociedad Aragonesa se resintió, pues nunca se creó una junta igual a la de la Matritense y acabó limitando su participación a la escuela de niñas o a labores asistenciales en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia.

 En 1790 publicó Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres la cual, tal y como sintetiza a la perfección López-Cordón Cortezo, es una obra que “que resume muy bien el pensamiento pedagógico y médico divulgativo de su época. En él aparecen muchos lugares comunes ilustrados, como su confianza absoluta en la capacidad regeneradora de la educación y su apuesta a favor de una práctica religiosa más interiorizada. En el plan de estudios que propone, junto a disciplinas renovadoras, como las lenguas modernas, la historia, el dibujo o la música, se da cabida a las labores manuales. También se muestra favorable a la enseñanza doméstica, por la poca confianza que le merece la conventual, y presta gran atención a la salud como soporte de la educación moral”.

Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres

 En los años siguientes sigue traduciendo, pero nunca más vuelve a publicar. La enfermedad y muerte de su marido, así como la de su hijo la hacen alejarse de la actividad intelectual que venía desempeñando. Participó en la Guerra de la Independencia durante los sitios de Zaragoza trasladando enfermos al Hospital de Nuestra Señora de Gracia y ejerciendo como espía política para el general Palafox. A partir de este momento los rastros de Josefa se pierden. Según distintos testimonios, falleció el 21 de febrero de 1833 a los 84 años en Zaragoza, siendo enterrada en el hospital en el que había trabajando durante toda su vida.

 Con todo ello, podríamos decir que Josefa Amar y Borbón siguió la tónica de las feministas de la época. Concretamente, podemos decir que puede ser encuadrada dentro de la Primera Ola feminista. Ella, junto con sus contemporáneas, buscaba la igualdad respecto a sus conciudadanos de sexo opuesto en todos los ámbitos sociales (trabajo, matrimonio, voto, educación…) en una época en la que se consideraba a las mujeres incapaces. Por ende, ellas vivían en una dependencia del varón que se asemejaba a una minoría de edad permanente.

 En definitiva, la figura de Josefa Amar y Borbón debe ser puesta en valor, pues puso su grano de arena en la lucha por la igualdad de las mujeres. Una mujer que tuvo una actividad intelectual muy intensa centrándose, especialmente, en la defensa de la capacidad de entendimiento de las mujeres en igualdad de condiciones a la de los hombres. En consecuencia, fue una fiel defensora de la instrucción femenina como una vía necesaria para el desarrollo de la sociedad. Una educación que no se quedaba para el ámbito personal de cada niña, sino que era el medio por el cual las mujeres debían acceder al espacio público y a las tareas de gobierno, tradicionalmente reservadas a los hombres. En suma, la ilustrada pretendía que a las mujeres se las considerara sujetos activos. 

 

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